Mural de la Hermita de la Caridad |
Llegué a
la Hermita de la Caridad, como tantos otros, cuando hacía menos de un día que había
arrivado a Miami. Sin apartar la vista del famoso mural con la historia de Cuba,
agradecí que todo hubiera salido bien, después de tantas peripecias pasadas. Debe
haber sido la misma sensación que han sentido otros miles de cubanos la primera
vez que entraron al lugar más cubano de Miami.
Entender
la devoción a la Virgen de la Caridad es como entender la identidad nacional cubana.
Basta con haber ido a El Cobre, o estar en una misa un 8 de Septiembre en medio
de un apagón, o salir en la primera procesión permitida después de casi 40 años
o sentarse en el malecón de la Hermita un domingo para entenderlo. Es algo que
no puede borrar ni la distancia, ni un sistema político, ni la puerta cerrada
de una iglesia.
400 años
después de que la imagen fuera encontrada flotando en la Bahía de Nipe, los
cubanos debemos estar agradecidos de que hay algo que nos une más allá de todo
lo que nos separa.
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